Porque siento ese oscuro pensamiento, este triste remordimiento de volver a buscarte después de tanto alejarme, es solo la atracción del uno hacia el otro, la normalidad en nuestros rostros cuando estamos juntos, como si hubiéramos nacido para estar el uno con el otro, como si fueras lo único, lo más hermoso, lo superlativo.
Recuerdo aquellos días en que nos pasábamos las tardes en el jardín diciéndonos  frases sin sentidos, riéndonos de nosotros mismos, alabando la tarde interminable de aquellos hermosos días, pensando en un presente fluido el que no apure al futuro, el que transcurre lento y contento, el que no se apresura a saber ¿que va a pasar?, ¿que nos va a pasar? o ¿donde estaremos?, solo disfrutábamos instante por instante  nuestros momentos juntos, nos mirábamos los rostros con la intriga de saber lo que pensábamos,  nuestros labios se tocaban ligeramente con un raro sabor a frutas al cual no estaba acostumbrada a sentir, pero eso era así, la intriga de no saber lo que pasaría con la esperanza de una eternidad juntos.

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